jueves, 16 de diciembre de 2010

Revolución Social de Conciencia

El Contexto

Este año celebramos en México el bicentenario de la Independencia y el centenario de la revolución. Es interesante ponerse a pensar en lo radicalmente distintos que son los estilos de vida de la gente de hace doscientos años, cien años, y los de ahora. Hace doscientos años todavía no se desarrollaban el tren ni el telégrafo, dos de los inventos fundamentales del siglo 19 y que habrían de alterar el tejido económico y sociocultural de su época. Durante el siglo 20 los cambios se hicieron cada vez más pronunciados, y entramos de lleno en la era tecnológica. Automóviles, aviones, toda clase de productos electrodomésticos, la televisión, armas de extinción masiva, la fisión del átomo, la llegada del hombre a la luna, las computadoras, la revolución digital…los cambios se sucedían en avalancha y se han ido acelerando cada vez más. No hay señales todavía de que esta ola de innovación tecnológica esté frenando o hasta que punto irá a llegar.
En el mismo Tenango de Doria los cambios han sido notables. Hace apenas 25 años, cuando nuestros padres tenían la edad que nosotros tenemos ahora, Tenango era un pueblo soñoliento, aislado del mundo, donde nunca sucedía gran cosa. La única carretera que nos unía al mundo era una terracería que con cada época de lluvias se descomponía más, que parecía zona de trincheras y en la que se necesitaban unas tres horas para recorrer los 30 kilómetros que hay desde Metepec. Los domingos la gente acudía en sus mulas a la plaza a comprar el recaudo para toda la semana y eran raros los automóviles que se veían en el pueblo. El pueblo mismo consistía tan solo en la plaza y ocho o diez cuadras alrededor; no era ni de la mitad del tamaño que es ahora. Y eso tan solo hace 25 años. Hace apenas 10 años los alumnos de nuestra edad que cursaban el bachillerato no estaban familiarizados ni tenían necesidad alguna de utilizar el internet, ni en sus estudios ni fuera de ellos. Era algo ajeno a sus vidas. Ahora parece algo indispensable. Hace tan sólo cinco años, pero que igual pudiera ser la prehistoria porque parece algo tan lejano, era raro que un alumno del colegio de Bachilleres tuviera su propio teléfono celular. Ahora es raro el que no lo tiene. No es exagerado decir que el efecto de las telecomunicaciones en la vida diaria está alterando la manera misma en que nos relacionamos los humanos.
La revolución tecnológica sigue adelante y podemos decir sin temor a equivocarnos que en el curso de nuestras vidas nuestra generación será testigo de algunos de los cambios más dramáticos en la historia de la humanidad. Es muy posible que en otros 25 años, cuando tengamos la edad que ahora tienen nuestros padres, recordemos nuestra época y la veamos como algo muy ajeno a la realidad que vivamos en ese momento.
Todos estos avances tecnológicos, sin embargo, no han venido sin un precio. Nuestra civilización industrial nunca se ha caracterizado por el respeto al medio ambiente, y de hecho el impacto que nuestra especie ha tenido sobre el resto del planeta en los últimos cincuenta años es mayor que en toda la historia previa de la humanidad. Estamos acabando con los recursos naturales del planeta, renovables y no renovables, a un ritmo impresionante, y son ecosistemas enteros los que sufren las consecuencias de nuestro estilo de vida moderno. La deforestación a escala masiva, la pérdida de diversidad biológica y el proceso continuo de extinción de miles de especies anualmente, la degradación de los suelos y pérdida de fertilidad de la tierra, la sobrepoblación, el calentamiento global, y la contaminación del aire, de las aguas continentales y de los océanos con millones de toneladas de desperdicios que nuestra civilización libera al medio ambiente cada día, son todos problemas cuyas consecuencias somos en este momento incapaces de prever pero que cada vez se van a hacer más evidentes.
En la misma región de Tenango, donde nosotros vivimos, se hacen patentes en mayor o menor grado todos estos problemas. Hace tan sólo 25 años no existía el problema de la basura en este municipio. Ahora hay basura por todos lados. La deforestación en la región también es de notar. Algo muy curioso que mencionan nuestros padres, o nuestros abuelos, es que en sus tiempos había más vida por todos lados, que la cantidad de vida silvestre que uno veía cotidianamente era bastante mayor que la que se ve ahora. Este proceso de degradación quizás no se note de un día para el otro, pero es un proceso continuo, constante, y que se vuelve evidente cuando uno lo ve con la perspectiva de los años.
Si algo nos enseña la historia es que no hay civilización que pueda sobrevivir al deterioro de la base ecológica que la sustenta; el cementerio de la historia está plagado de ejemplos de culturas que se desintegraron o se colapsaron cuando el medio ambiente no pudo seguir absorbiendo el impacto del ser humano sobre su entorno. Es posible que ese sea el destino de nuestra propia civilización. Toda nuestra sociedad industrial moderna está basada en el mito del progreso y el crecimiento económico indefinido, pero en un mundo finito solo es posible seguir creciendo hasta un cierto punto. Es posible que ese punto ya haya sido rebasado. Los científicos nos advierten que estamos viviendo los inicios de una crisis social y ambiental sin precedentes, de largos alcances, y es muy importante que nos demos cuenta que todos nosotros tenemos un papel que jugar en este drama, que tarde o temprano todos vamos a ser afectados y que en algún momento todos y cada uno de nosotros vamos a tener que tomar una posición al respecto.
La crisis ambiental que está comenzando a percibirse va a definir a nuestra época y es muy posible que termine definiendo nuestras propias vidas y las de nuestros hijos. Esta crisis se presenta en muchos niveles distintos. Es un problema de especie; es un problema social y también, y principalmente, es un problema personal, de conciencia personal. Todos somos participantes y corresponsables en la salud del planeta. Parafraseando a Albert Camus, no somos culpables de la crisis ambiental, porque la heredamos, pero tampoco somos inocentes, porque la continuamos. La crisis se presenta en nuestro contexto inmediato, en nuestro pueblo y municipio, así como en todo el planeta en su conjunto. Biósfera solo hay una, y para la biósfera no hay fronteras. A estas alturas del predicamento en el que nos encontramos quizás ya no sea posible hablar de soluciones, pero sí es posible hablar de cursos de acción. Los mejores cursos de acción tienen que tener una visión global del problema, para poder implementar las acciones locales más adecuadas. Hay que pensar globalmente, y actuar localmente.
Este es nuestro planeta, y es el único planeta que tenemos. La Tierra no nos pertenece, nosotros le pertenecemos. Formamos parte de la red de vida y cada uno de nuestros actos, individuales y colectivos, tiene consecuencias. Hacernos concientes de esas consecuencias es adquirir una conciencia ecológica. Esta conciencia ecológica no es algo que se aprende, es algo que se vive. La ecología es ante todo una manera de ver la vida, de vivir la vida y de respetar la vida.
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El Proyecto
Nuestro proyecto integrador consiste nada más y nada menos en una revolución social de conciencia, sabiendo que la verdadera revolución empieza por uno mismo. Solo cuando una persona se hace conciente del impacto que nuestro estilo de vida tiene sobre el medio ambiente podrá hacer los cambios necesarios para vivir de una manera sustentable, y solo cuando una persona hace esos cambios en su propia vida es que puede llegar a tener algún efecto sobre su entorno y sobre la sociedad en la que vive. El verdadero cambio empieza por uno mismo. Si queremos que nuestro planeta, o nuestro país, o nuestro municipio sigan siendo un espacio habitable y que las condiciones que nuestros hijos y las generaciones futuras encuentren sean mejores que las que les estamos dejando, somos nosotros los que tenemos que formar parte del cambio. Tenemos que cambiar nosotros mismos, y convertirnos en agentes de cambio, y así poder ser una influencia positiva en nuestro entorno familiar y comunitario.
Para esto hemos desarrollado un programa específico con acciones concretas. El objetivo fundamental de este proyecto es: hacer una toma de conciencia personal sobre la maravilla del mundo que nos rodea y la necesidad de participar y colaborar en un esfuerzo colectivo para proteger el medio ambiente e impedir o reducir la continua degradación de ese medio ambiente por efecto de nuestro estilo de vida moderno en una sociedad industrial.

Primera fase: Conciencia personal
La primera fase del proyecto es una toma de conciencia personal, y la acción concreta tiene que ver con la basura. Como ya mencionamos, hace apenas un cuarto de siglo en Tenango no existía el problema de la basura; ahora hay basura por todos lados. La cantidad de basura que se produce per cápita actualmente es varias veces mayor que el que se producía hace tan sólo 20 o 25 años. Vivimos en una sociedad de desperdicio, y gran parte de lo que compramos en las tiendas va a dar eventualmente a la basura. Aunque no toda la basura que producimos va a dar a “la basura”. Mucha de ella es arrojada al medio ambiente, a los arroyos, en el bosque, sobre la carretera; no hay lugar donde uno vaya que no haya basura. Es una verdadera vergüenza. En México no nos distinguimos precisamente por nuestra conciencia ecológica, la gente está acostumbrada a tirar la basura donde se le antoja. Muchos de nosotros también tenemos esa costumbre, y si tenemos esa costumbre es porque desde niños se nos ha inculcado. Lo vemos como algo normal. Quizás en nuestras casas todo mundo también lo hace, y cuando estamos con nuestros amigos también todo mundo tira la basura donde se encuentre. Es muy difícil romper con ese hábito.
Y esta primera fase consiste precisamente en romper con ese hábito. El primer paso en esta revolución social de conciencia es esencial: hacer un compromiso personal de no tirar basura bajo ninguna circunstancia en ningún lugar donde no se deba de tirar. Cada persona debe de hacerse responsable de sus propios desperdicios, y toda la basura que produzca en cualquier lugar donde se encuentre debe de guardarla hasta poder depositarla en los espacios específicos para ello. Hay demasiada basura ya en el medio ambiente, tenemos que hacernos responsables de la nuestra y no seguir contribuyendo al problema. Este nuevo hábito de no tirar basura en cualquier lado debe de convertirse en parte integral de nuestra manera de ser, debe de ser algo automático que hagamos sin necesidad de pensar en ello y sin que realmente nos cueste un esfuerzo. Si no somos capaces de cumplir con este primer paso no seremos capaces de cumplir con ninguno de los subsecuentes, ni tendremos tampoco derecho a quejarnos por el estado del mundo en el que vivimos.

Segunda fase: Conciencia familiar
Si queremos convertirnos en agentes de cambio y ya hemos empezado por nosotros mismos, la siguiente fase es tratar de cambiar nuestro entorno inmediato, y nuestro entorno inmediato es el ambiente familiar. Si nuestra familia no tiene la costumbre de no tirar basura donde no se debe tendremos que ser nosotros los que les inculquemos ese hábito. Esto no es nada fácil de conseguir y de hecho el éxito de esta segunda fase no está en lo absoluto garantizado. Cambiar a otra persona es muy difícil, sobre todo cuando los hábitos están tan arraigados, y la única manera de poder conseguirlo es por el ejemplo. Quizás si nuestros padres y familiares se dan cuenta que a nosotros nos importa el estado del planeta que ellos nos dejan, y que nos interesa que nos lo dejen en el mejor estado posible; y si se dan cuenta que el hecho de que ellos tiren basura donde sea es algo que nos afecta y que lo tomamos como una cuestión personal; y quizás si somos nosotros los que recogemos la basura que ellos tiran y que se niegan a recoger, y la depositamos donde se debe una y otra vez, llegará un momento en que ellos lo hagan voluntariamente sin necesidad de que uno les diga. Este puede ser un proceso tardado y sin ninguna garantía de éxito, pero es la única manera de hacerlo.
En esta segunda fase y dependiendo de las circunstancias de cada uno de nuestros hogares trataremos de implementar también la separación de la basura; todos los residuos orgánicos servirán para hacer una composta que se utilizará como abono de las plantas del campo. Separar los residuos orgánicos es otro hábito que se tiene o no se tiene, una vez que se tiene se convierte en algo automático que se hace sin pensar en ello. Evidentemente es más fácil hacerlo cuando se vive en el campo o se tiene un jardín donde se pueda utilizar esa composta. Si se vive en un departamento será más problemático.

Tercera fase: Conciencia comunitaria
Una vez que hemos cambiado o intentado cambiar nuestro entorno inmediato podemos convertirnos en agentes de cambio en nuestra comunidad. Es importante que en todo lugar a donde vayamos y con cualquier gente con la que nos encontremos, adoptemos una postura radical de no tirar basura donde no se deba de tirar. Esta postura no debe y no tiene por qué ser agresiva, pero sí debe de ser firme. Y sólo puede ser firme cuando parte de una convicción personal. Hay que hacerle ver a las personas que no nos parece que estando en nuestra compañía tiren la basura donde sea, y si es necesario seremos nosotros los que nos tengamos que ocupar para que esa basura llegue a donde tenga que llegar. La única manera de predicar es con el ejemplo. Si queremos un mundo mejor para nosotros y para nuestros hijos tenemos que predicar con el ejemplo y convertirnos en agentes de cambio. Quizás consigamos que las personas que nos rodean también comiencen a hacerse concientes del daño que le causamos al medio ambiente. Nuestra misión en este momento es despertar la conciencia comunitaria.
Acciones concretas que tomaremos en esta fase serán expediciones de campo para ir a recoger la basura en algunos puntos particularmente afectados en nuestro municipio. Uno de ellos es a lo largo de la carretera principal. Es patético constatar cómo la gente avienta toda clase de objetos por las ventanillas de sus coches, de la manera más inconciente y despreocupada. Son bultos y bultos de basura los que se pueden recolectar a lo largo de la carretera y por más limpia que uno la deje a las cuantas semanas ya está igual de sucia que antes. Es la historia de nunca acabar. Otro punto son las cascadas que hay en las cercanías del pueblo. Aquí también no importa cuántas veces vaya a uno a recoger la basura, a las cuantas semanas ya están de nuevo llenas de desperdicios. Muchos de estos desperdicios se pueden llevar décadas o siglos en degradarse. Las botellas y envases de plástico muchas veces terminan siendo llevadas por la corriente hasta los océanos, donde quizás terminen formando parte de uno de los grandes giros de basura que están flotando libremente tanto en el Pacífico como en el Atlántico y que vienen siendo los basureros más grandes del mundo.

Cuarta fase: Conciencia global

Quinta fase: Conciencia cósmica

1 comentario:

  1. Cañas eres un buen maestro espero realmente de corazon que tu proyecto marche bien y que obtengas los resultados que esperas

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