Hola Rosana,
No es necesario remontarse al 2006. Revisando viejos documentos encontré un inventario de los libros que había en la biblioteca en febrero de 2008. Ese inventario te lo envié en su oportunidad y no dio lugar a ninguna queja o irregularidad. Es claro que en aquel entonces todavía no existía ninguno de los materiales que ahora supuestamente están faltantes. La mayoría de los libros que aparecen en ese inventario existen todavía y solo hay uno que Francisco, el bibliotecario, no ha podido ubicar aunque dice que le pareció verlo en algún estante que no le correspondía. O sea que el material al que tú te refieres tuvo que ser mandado en algún momento durante los dos últimos años, pero ni yo ni Francisco recordamos que haya llegado nunca un material así. Si hubiera llegado un envío con libros, CD’s y DVD’s seguramente nos hubiéramos dado cuenta, sobre todo considerando que era tan raro y esporádico que se nos enviara material de apoyo. Efectivamente, la Coordinación de Inglés nunca se distinguió precisamente por el empeño que puso en conseguir material de apoyo y de hecho me parece que esta fue una inquietud que en diversas ocasiones expresamos varios de los docentes, y en los cuatro años y medio que llevo laborando en la UPN no recuerdo más de dos o tres ocasiones en que llegó material de apoyo, y en ocasiones con diferencia de varios años entre cada envío. La escases de material de apoyo en la sede Tenango siempre ha sido crónica, siendo así que todo el material audiovisual que utilizo en mis clases proviene de mi propio acerbo. Por eso creo que si ese material que la coordinadora dice que falta hubiera pasado por mis manos definitivamente sí me hubiera dado cuenta. Hubiera sido ocasión de regocijo, y hasta de alboroto. Y quizás hasta hubiera provocado un intercambio de correos entre la coordinadora y yo. Y seguramente habría algún acuse de recibo firmado por mí o por el bibliotecario. Y a menos que tengamos muy mala memoria ninguno de los dos recordamos que haya sido así. Entonces me parece absurdo, grotesco e inmoral el querer responsabilizar a alguien por la desaparición de un material que nunca estuvo ahí en el primer lugar. Existe la leve posibilidad que ese material haya sido entregado a alguna otra persona que no haya sido yo o el responsable de la biblioteca pero incluso esa posibilidad me parece remota, sobre todo, repito, por el poco interés que siempre manifestó la coordinadora por conseguir material de apoyo.
En cuanto a tu insistencia sobre mi fracaso como maestro, pues tampoco me parece raro que lo repitas, pues a fin de cuentas es lo que has estado diciendo con mayor o menor intermitencia durante los últimos tres años. Siempre has dicho que soy un pésimo maestro, y hay oficios en que solicitas que se me remueva del área precisamente por esa razón. Y pues supongo que tienes el derecho de pensar como tú quieras, pero es una lástima que tú seas la única persona en el mundo que piensa así, y que haya cientos de otras personas que piensan exactamente lo contrario. Y esos cientos de personas incluyen a todos mis alumnos y ex alumnos, en las dos escuelas donde doy clase, y que unánimemente, como ya lo he expresado anteriormente, me consideran uno de los buenos maestros que tienen o han tenido, y hay varios que incluso me consideran uno de los mejores. Quizás por eso me invitan a sus convivios y a sus viajes. Quizás por eso siempre hay alguno que me pide que lo apadrine cuando se gradúan de la escuela. Quizás por eso una de las chicas que se acaba de graduar de la LIE el sábado pasado me dijo cuando me acerqué a felicitarla que para ella había sido un privilegio tenerme como maestro. Era una de las chicas que más ponía atención de su clase. Y quizás por eso hay grupos que han solicitado por escrito, y como grupo, que les siguiera yo dando clases otro semestre más. Y quizás por eso las opiniones de mis alumnos que les pido que hagan al final del semestre son consistentemente apreciativas y motivantes, al grado que este último semestre ya las he empezado a coleccionar. Y quizás lo que les gusta de mi clase es que yo no los presiono, no les exijo que aprendan algo que no les interesa, pero sí les pido que por lo menos le den una oportunidad, que hagan el intento, y yo trato de hacer mi clase, y mi curso, lo más interesante posible para despertar en ellos el interés en el tema. Lo más impresionante es que lo consigo. El nivel de atención que consigo con mis alumnos cada vez es mayor. Ellos acuden a mi clase con gusto, de manera voluntaria, sin necesidad de pasarles lista, y el nivel de ausentismo es bastante bajo. Y están aprendiendo inglés, algunos de ellos por primera vez en su vida, y eso a pesar de que ya lo llevaron durante años en la secundaria y en la preparatoria. Hay que tomar en cuenta que muchos de ellos provienen de contextos donde nunca se le ha dado la menor importancia a aprender idiomas, y donde el inglés ellos siempre lo han visto como algo ajeno, extraño, o como una imposición. Y por primera vez están aprendiendo, cada quien a su propio ritmo, y cada quien de acuerdo a su capacidad y al empeño que estén dispuestos a poner en el estudio. Aprender un idioma requiere empeño y requiere tiempo fuera del salón para repasar lo que se vio en clase. Pero sobre todo requiere interés, y por eso despertar el interés de los alumnos en la materia es la estrategia clave para hacer cualquier diferencia. Este éxito que he tenido con mis alumnos es de hace varios años, y no nada más del último semestre, como quiere implicar la Coordinadora, y algunos de los alumnos más antiguos que he tenido son los que siguen siendo también más apreciativos.
Sobre mis métodos educativos no me quiero extender demasiado, y de hecho ya tuve oportunidad de hablar más extensamente sobre ellos en un ensayo que escribí hace algunos meses sobre la problemática de la educación en el campo mexicano, donde hablo entre otras cosas de algunas de las grandes lacras que existen todavía a todos los niveles de la educación pública en México, problemas tales como el centralismo, el burocratismo y el autoritarismo, y que en mayor o menor grado y de muchas diferentes maneras se manifiestan en muchos aspectos del ámbito educativo. Ese ensayo no me parece que haya tenido oportunidad de enviártelo directamente, aunque quizás lo hayas recibido por algún otro canal; en cualquier caso aquí lo envío como anexo por si te interesa conocer o repasar algunas de mis opiniones al respecto.
Mis alumnos y ex alumnos no son las únicas personas que tienen un alto concepto de mí como maestro; esa apreciación también la comparten mis compañeros docentes y administrativos en ambas escuelas donde doy clase, y donde consistentemente se me invita a que les de conferencias sobre diferentes temas en la semana de la ciencia, desde hace varios años.
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Pero la opinión de los directores, docentes y alumnos es algo que muy poco le importa a la Coordinadora de Inglés, que sigue insistiendo que soy un fracaso como maestro y lo seguirá diciendo hasta el final de los tiempos. Y así como es una pena que sea la única persona en el mundo que piensa así, también es una pena que la coordinadora nunca se haya tomado la molestia ni mostrado el menor interés en conocer mis métodos de trabajo y lo que piensan mis alumnos de ellos. Y más que pena es algo preocupante, porque es una de las funciones que la Coordinación de Inglés debería de realizar. Conocer los métodos de trabajo de cada docente y ponerlos a la disposición de todos los demás.
Pero nunca tuviste el menor interés en conocer mis métodos de trabajo. Antes te vas una semana a Estados Unidos a conocer los métodos de Razzias que ir un día a la sede Tenango a conocer los métodos de Cañedo. Y quizás digas que qué iluso soy de querer comparar a un Cañedo con un Razzias y que un Cañedo no es un Razzias y tienes toda la razón. Cañedo no es Razzias. Y Razzias no es Cañedo. El es él y yo soy yo. El desarrolló un modelo educativo que le ha funcionado y yo desarrollé un modelo educativo que me ha funcionado. El consigue que sus alumnos acudan con gusto a sus clases y yo consigo que mis alumnos acudan con gusto a las mías. El despierta el interés de los alumnos en la materia y yo despierto el interés de los alumnos en la materia. El ha obtenido resultados y yo también he obtenido resultados. El trabaja en su contexto y yo trabajo en el mío. Y cada uno es bueno en lo que hace y en cómo lo hace. Y eso es porque cada uno de nosotros trabaja con su contexto. Según como lo veo, la principal diferencia entre Razzias y yo es que él ha tenido la suerte de trabajar en una universidad liberal en Estados Unidos donde no solo se tolera sino que se fomenta activamente la creatividad y la imaginación, y donde estoy seguro que desde el primer momento que quiso implementar sus estrategias gozó del apoyo total de sus directores y coordinadores. Lamento decir que en mi caso fue distinto. Ya mencioné la completa falta de interés que siempre mostraste por métodos que no fueran los que tú nos querías imponer, pero si tan sólo hubiera sido falta de interés no hubiera estado tan mal. Lo malo fue la completa oposición a que alguien hiciera algo que se apartara de lo que tú nos exigías, al completo rechazo a que yo implementara las técnicas y estrategias que consideraba adecuadas a mi contexto y a la problemática del lugar donde vivo y donde trabajo, problemática que conozco mucho mejor que tú, que te aparecías una vez al año en la sede y creías que con eso ya eras una experta en la problemática local. Sobre esa problemática también hablo en el ensayo que ya mencioné, y que ampliamente te recomiendo para que lo leas de nuevo. En ese capítulo comento sobre algunas de las graves deficiencias académicas, motivacionales, cognitivas y sistemáticas que hay en la educación en la región donde vivo, y que, efectivamente, en alguna ocasión llegué a tratar en alguna de las juntas del área de inglés delante de todos los maestros, y supongo que yo esperaba de alguna manera interesarte en conocer esos aspectos de la problemática educativa local pero evidentemente esperaba yo demasiado. Tan poca atención le pusiste a lo que dije que todavía ahora, varios años después, sigues creyendo que hablar de la problemática educativa local significa “poner en evidencia mi incapacidad para motivar a los alumnos”.
Hubo un momento en que me di cuenta que no solo desconocías por completo la problemática educativa en el campo mexicano, en general, y en Tenango de Doria, en particular, sino que no te interesaba en lo absoluto el conocerla. Quizás fue por aquellas fechas en que llegaste a prohibirme que te volviera yo a mencionar cualquier cosa relacionada con el asunto. Me parece que eso fue en el mismo correo en que de alguna forma me decías que las cosas se tenían que hacer a tu manera y que no pusiera yo condiciones. Y me parece que ese mensaje vino justo después de uno de tus oficios que mandaste a la dirección recomendando que se me removiera de la escuela por ser un mal maestro o por algunos detalles meramente administrativos, ya no me acuerdo. Fue a partir de esta actitud represiva, medieval y oscurantista que empecé a cuestionar tu autoridad y tu capacidad como coordinadora de inglés, y cuando me di cuenta de que si quería yo poder trabajar con mis alumnos a gusto, en un ambiente propicio a la enseñanza, no había otra manera que exigir mi libertad de cátedra. Sí, esa misma libertad de cátedra tan cacareada que ahora la presumes a los cuatro vientos como si de veras creyeras en ella. Pero hace menos de un año todavía te negabas terminantemente a siquiera escuchar el término, y de hecho hubo una ruptura entre nosotros cuando yo decidí pelear por mi libertad de cátedra hasta las últimas consecuencias. ¿Realmente ya no te acuerdas de nada de eso? En el mensaje que provocó la ruptura comentaba yo precisamente sobre tu incapacidad de escuchar las opiniones perfectamente válidas y las críticas legítimas que se te hacían, y agregaba que un coordinador que no solo no escucha sino que no tolera las críticas legítimas que se le hacen no tenía nada que estar haciendo al frente de una coordinación.
Y todo esto sucedió al mismo tiempo que tú nos platicabas que habías perdido el control de tus alumnos y que éstos ya no iban a tus clases. Y me acuerdo que yo pensé que… ¿cómo se atrevía esta mujer que ni siquiera sabía dar clases a decir que yo era un mal maestro? Y, ¿cómo se atrevía esta señora que ni siquiera lograba que sus alumnos fueran a sus clases a mandar oficios a la dirección pidiendo que se me corriera de la escuela por ser un mal maestro? Era algo grotesco, como un teatro del absurdo. La coordinadora que desconoce por completo la problemática educativa local y que no solo no se preocupa por conocerla, sino que ni siquiera se da cuenta que pueda haber diferencias culturales entre una ciudad como Pachuca y un pueblo como Tenango, porque para ella fuera de México todo es Cuautitlán, y que no presta atención cuando se le quiere hablar de esos temas, y que finalmente prohíbe que se mencione incluso el asunto; y que tampoco escucha ni tolera ninguna crítica u opinión, por más perfectamente razonable y válida que ésta sea; y que al mismo tiempo es incapaz de hacer que sus alumnos acudan a sus clases, esa coordinadora ¿es la que se atreve a decir que soy un mal maestro y a insistir en que se me corra de la escuela? Y a decir que soy un mal maestro no porque no dé yo bien mis clases, ni porque mis alumnos no estén contentos conmigo, sino porque no lleno sus formularios ridículos de la forma como ella los quiere y sobre todo, sobre todo, porque no me pliego a sus exigencias. Pero que cinismo. Esa fue la frase exacta que utilicé en aquel entonces, en aquel mensaje que te dio tanto coraje y que provocó la ruptura. Y me parece que la siguiente frase fue, Primero consigue que tus alumnos acudan a tus clases con gusto y después venme a decir a mí que soy un mal maestro.
Y por cierto Rosana, ¿ya mejoraron tus clases? ¿Ya conseguiste que tus alumnos acudan con gusto, o todavía los sigues obligando a asistir con tus políticas de a la tercera falta causar baja definitiva?
Por aquellas fechas ya era evidente que tratabas a la coordinación de inglés como si fuera tu coto privado de poder, en el que se tenía que hacer lo que tu decías o verse sujeto a represalias, donde no se toleraban las críticas ni las opiniones divergentes, y donde había una incongruencia cada vez más grande entre la manera como juzgabas el desempeño de los maestros y la manera como juzgabas tu propio desempeño.
Por aquellas fechas también fue cuando estabas impulsando tu propuesta cocurricular, esa propuesta ambiciosa y malograda en la que pretendías centralizar todo tipo de toma de decisiones y homogeneizar todos los métodos de trabajo de todas las sedes y en la que textualmente decías que “la enseñanza del inglés se hará lo más fiel posible al o a los programas que se establezcan, y se evaluará desde la Coordinación central”. Esa propuesta era un monumento a la visión centralista y autoritarista que tienes de la educación. Y como dije, es afortunado que haya desaparecido un buen día, de la noche a la mañana, y que no se haya vuelto a saber nada sobre ella. No sé con seguridad si el capítulo entero que le dediqué a tu propuesta en el ensayo que ya he mencionado haya tenido algo que ver con su fallecimiento prematuro, y realmente no tiene importancia. Lo cierto es que esa propuesta hacía agua por todos lados y yo lo único que hice fue llamar la atención sobre algunas de sus incongruencias más notorias.
Para ese entonces la falta de material de apoyo en las sedes se había vuelto ya objeto de broma, y recuerdo varios comentarios irónicos y hasta sarcásticos que se hicieron entre los docentes en alguna de las juntas. Quizás fue por eso que me decidí a compilar una serie de ejercicios, lecturas de comprensión, juegos y material diverso en un folleto que después mandé a todos mis compañeros docentes del área de inglés para que les sirviera como material de apoyo, es decir, me puse a hacer la labor que la coordinadora tendría que haber estado haciendo. Recuerdo que al mandárselos les comenté a varios de mis compañeros que “si la coordinadora no hace su trabajo pues supongo que alguien tiene que hacerlo por ella”.
Y fue también por esas fechas, o tantito más adelante, cuando tuve que escribir el ensayo sobre la problemática de la educación en el campo mexicano, que ya he mencionado, y lo tuve que escribir porque estabas armando demasiado alboroto y te habías convertido en un verdadero fastidio. Supongo que no dejabas de insistir en que se tomaran represalias en mi contra, y hasta el director de mi sede me tuvo que apremiar para que escribiera algún oficio delineando mi posición al respecto. Y eso fue lo que hice, delineé mi posición. Y me salió un buen ensayo, en el que tuve oportunidad de exponer algunas de las ideas que tengo sobre la educación. De nuevo, te lo recomiendo ampliamente. Pero léelo con calma. Un capítulo por día. Para que te pueda llegar el mensaje.
Y quizás fue por alguna de estas circunstancias o la combinación de todas ellas que un buen día tuviste que tragarte tu orgullo y sentarte en la mesa de negociaciones. Ahí tuviste que reconocer a regañadientes mi derecho a dar clases usando las técnicas y estrategias que yo considere pertinentes a mi contexto y a mis alumnos y a seguir el modelo educativo que yo juzgue necesario. Y eso sucedió si mal no recuerdo en una reunión a principios de este año en que Jaime el director de mi sede fungió como intermediario entre los dos.
Y así como sucedieron las cosas de repente apareciste en tu nueva reencarnación en la que te proclamas campeona defensora de la libertad de cátedra y en la que ya ni te acuerdas ni quieres que nadie se acuerde de aquellos lejanos días en los que eras la campeona defensora de la homogeneización y el centralismo. Pero a mí me parece que nunca has realmente comprendido lo que significa la libertad de cátedra. Y quizás no se trate tanto de comprender lo que significa ese término, sino de asumir sus implicaciones.
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El principal objetivo de la educación, según como lo veo yo, es forjar a las nuevas generaciones como individuos autónomos capaces de pensar por sí mismos y participar en la resolución de los problemas de su comunidad y de su sociedad. Esto es particularmente cierto en las carreras de tipo humanista como todas aquellas relacionadas con la educación, en las que los egresados se verán a su vez responsables de dirigir a las generaciones más jóvenes durante las primeras etapas de su vida. Es importante que los alumnos egresados de la Universidad sepan ejercer su criterio. Y ¿cómo se pretende que los alumnos ejerzan su criterio cuando a los docentes se les niega el derecho de ejercer su propio criterio? Es el docente el que conoce las circunstancias de su sede, el que está familiarizado con el contexto y la problemática local, y es el único capacitado para tomar todas las decisiones académicas que le conciernen en su propia sede. Eso es precisamente lo primero que se les enseña a los alumnos de la LIE, que para identificar una problemática primero hay que ubicarla dentro de un contexto. Es el docente el que conoce el contexto, no el coordinador que se aparece una vez al año. Y es el docente el que debe de ejercer su criterio para dar su clase, con sus alumnos y en su sede. Y eso significa que el docente debe de ser libre de utilizar las técnicas y estrategias que él considere convenientes para trabajar con sus alumnos. Y eso significa que el docente debe de ser libre de utilizar los métodos educativos que él considere más convenientes para trabajar con sus alumnos. Y eso significa que el docente debe de ser libre de seguir el modelo educativo que él considere más conveniente para trabajar con sus alumnos. Eso es la libertad de cátedra. Es lo que tiene Razzias en su propia universidad. Es lo que tenían mis maestros de la UNAM cuando pasé yo por ahí. Una completa libertad académica para dar sus clases según su propio criterio y de la manera que juzgaban más conveniente. Y ellos mismos nos lo decían. Es la libertad de cátedra de las grandes escuelas, pero ciertamente no de las “escuelitas”, como no dejas de tratar a la UPN y como no has dejado de referirte a ella en numerosas ocasiones.
Y eso significa que la Coordinación de Inglés existe para apoyar al docente, no para controlarlo. Y la Coordinación de Inglés existe para coordinar el trabajo de todos los docentes y organizar un intercambio fructífero de ideas, métodos y material de apoyo entre todas las diferentes sedes. Eso es lo que debe de hacer una Coordinación de Inglés. Y lo que es cierto de la Coordinación de Inglés es cierto de la administración en general. Es la administración la que está para apoyar al docente, no para someterlo.
La libertad de cátedra es indispensable para que en una universidad haya un ambiente abierto y tolerante a las nuevas ideas y al cambio, en el que haya un espíritu crítico e inquisitivo y en el que no se caiga en dogmatismos y actitudes represivas y oscurantistas. La libertad de cátedra es indispensable para contener los peores excesos del centralismo, el burocratismo y el autoritarismo. La libertad de cátedra no significa individualismo y yo diría que es exactamente lo contrario. La libertad de cátedra requiere cooperación entre las diferentes partes. Cada docente puede tener sus propios métodos, ideas y estrategias, y trabajar en equipo con todos los demás. Es en la diversidad en la que surge el fermento necesario para la creación y el intercambio, y para la búsqueda de soluciones a las problemáticas educativas desde ángulos distintos. Es el centralismo el que es individualista. El centralismo que cree tener la solución única, mágica y verdadera y que impone desde arriba como camisa de fuerza a contextos y realidades muy diversos, sin conocer ni importarle las problemáticas locales; sin conocer ni interesarse en conocer ni dar oportunidad para implementar, las ideas y los métodos de los docentes “a su cargo”; donde toda desviación de la norma es castigada y donde se hacen las cosas como yo digo o te atienes a las consecuencias. ¿No te suena familiar, Rosana?
Para que el centralismo funcione tiene por supuesto que ir acompañado del autoritarismo. De otra manera no podría imponer sus puntos de vista. Esto ya lo he dicho anteriormente, precisamente en el mismo ensayo que ya he mencionado en varias ocasiones, y en el que dedico un pequeño capítulo para hablar sobre la autoridad y el liderazgo. Cito un pequeño pasaje:
Cuando una persona que no tiene los méritos ocupa un puesto o posición para el que no está preparado o no le corresponde, gravita rápida e inevitablemente hacia el autoritarismo, y cuando la gente los deja de seguir voluntariamente se tiene que recurrir a toda clase de mecanismos de control y de coerción para mantener la autoridad, siempre escudándose detrás del puesto y de la institución para dar una apariencia de legitimidad.
Todo puesto público es ante todo una posición de servicio, y debe de estar preparado para atender las demandas legítimas que se le hacen, porque para eso existe, pero si en lugar de atender esas demandas o de siquiera escucharlas responde con sanciones y represalias, entonces la autoridad se convierte en autoritarismo y la posición de servicio se convierte en una posición de control y de poder personal.
En cuanto al burocratismo, ¿qué más puedo decir que no se haya ya dicho? Es la hidra de múltiples cabezas que cuando se le corta una inmediatamente aparece otra. Ni el centralismo ni el autoritarismo podrían existir si no hubiera un burocratismo por detrás que es el que los nutre y los sostiene. El burocratismo se manifiesta de muchas maneras pero una particularmente virulenta es la del servidor público que tiene un cierto poder o autoridad, y utiliza ese poder, por mínimo, insignificante e intrascendente que resulte ser dentro del gran orden de las cosas, para avanzar una agenda de orden personal descuidando las funciones originales para las que haya sido creado ese puesto.
Por cierto que el anexo número uno del ensayo sobre la educación que escribí y que tanto te he recomendado, lo dedico exclusivamente a hablar de estas cuestiones y a analizar algunos de los grandes problemas que hay en el sistema educativo. No tienes por qué estar de acuerdo con todo lo que ahí se dice, pero estoy seguro que algunos puntos te harán reflexionar.
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Y por fin llegamos otra vez a tu nueva encarnación, en la que impulsada por frescos aires democráticos te proclamas campeona defensora de la libertad académica y te manifiestas en contra de todo tipo de homogeneización y en la que nos quieres hacer creer que un nuevo espíritu de apertura y tolerancia corre por los rumbos. Pero…
…¿a quién tratas de engañar, Rosana?
El autoritarismo te sale hasta por los poros. Eres incapaz de aceptar cualquier crítica, por más válida y razonada que ésta sea. La última evaluación que hice de tu desempeño como coordinadora es un análisis perfectamente razonable, coherente y bien intencionado, en que de la manera más sincera que pude expresé mi opinión sobre las fallas de la coordinación y sobre cómo podría o hubiera podido mejorar. Me permití un mínimo de ironía, y realmente fue un mínimo, considerando las circunstancias. Pues ni siquiera esa opinión la pudiste tomar. Tu reacción fue la misma de siempre, tomar represalias. Porque a la autoridad no se le critica, y mucho menos se la cuestiona. La burócrata perfecta. Y cualquiera que se atreva a criticarte o cuestionarte es objeto inmediato de derisión y de escarmiento. En mi caso tu respuesta siempre ha sido mandar oficios a diestra y siniestra diciendo que soy un pésimo maestro y que la universidad estaría mucho mejor sin mí. Pero esta vez te superaste. Ahora es hasta con mala fe. Esta vez es de que te friego porque te friego y nada más por el gusto de hacerlo y para que te acuerdes de mí. Parece que yo no soy el único que sufre tus desplantes.
Vaya. ¿De veras crees que estas más allá de toda crítica, Rosana? Quizás creas que son todos esos títulos y maestrías en educación que dices que coleccionas los que te sitúan más allá de toda crítica. Déjame decirte que todos tus títulos en educación francamente no me impresionan. Y no me impresionan porque con todos tus títulos en educación todavía no comprendes que el aprendizaje es un proceso complejo, que depende de muchos factores y que todos esos factores son importantes; y un factor indispensable para aprender es el interés, porque solo lo que se aprende con interés y con gusto es lo que se aprende bien y es lo que se retiene. Lo que se aprende a la fuerza no se retiene y rápidamente se olvida. Y por eso la educación tiene que estar basada en despertar el interés de los alumnos por la materia, y eso solo se puede lograr trabajando en conjunto con los alumnos. Y es por eso que la educación basada en la cooperación produce muchos mejores resultados que la educación basada en la imposición. El interés no es el único factor que hay que tomar en cuenta. Otro factor indispensable es el contexto. El contexto es clave. Hay que tomar en cuenta las realidades locales, la cultura del lugar, sus tradiciones y la idiosincrasia de la gente. Es todo un conjunto que no se puede ignorar. Ignoras el contexto y cualquier modelo educativo que impongas no va a funcionar.
Y tampoco me impresionan todos tus títulos en educación porque a pesar de todos ellos todavía no comprendes lo que significa ser un buen maestro. El único parámetro realmente válido para medir a un maestro es por los resultados que obtiene, no por lo fiel que se ajuste a los parámetros arbitrarios que se le imponen desde arriba. Y esos resultados incluyen por supuesto qué tanto aprendieron sus alumnos de su materia, pero también qué tanto logró despertar el interés de sus alumnos por la materia y qué tanto los motivó para que sigan aprendiendo por su cuenta. Y también incluye, y es otro factor determinante para valorar a un maestro, el grado de respeto, cariño, empatía y colaboración que logró establecer con sus alumnos. Hay relaciones de camaradería entre un maestro y sus alumnos que pueden durar toda la vida. Un buen maestro es el que da sus clases con gusto y hace que sus alumnos acudan con gusto a sus clases, donde van a aprender cosas que les van a ser útiles en la vida. Un buen maestro es el que se gana a sus alumnos, y el que se los gana para su materia, pero también el que se los gana para la vida. El mejor maestro es el que despierta y fomenta un espíritu crítico entre sus alumnos para que cuando salgan allá afuera y se enfrenten a las situaciones de la vida sean capaces de razonar y pensar por ellos mismos y participar activamente en la creación de un mundo mejor. Ese es el mejor maestro de todos, y el que deja la huella más duradera. Y esto es algo que con todos tus títulos en educación eres incapaz de comprender, y todavía sigues creyendo que el hecho de no ajustarme a tus programas me convierte en un fracaso como maestro.
O quizás creas que es el puesto de coordinadora estatal de inglés el que te sitúa más allá de toda crítica. Pues aquí también tengo que decir que tu puesto de coordinadora tampoco me impresiona en lo absoluto. O quizás sea mejor decir que es tu desempeño en el puesto de coordinadora el que no me impresiona.
Tu coordinación de inglés fue tan mediocre, Rosana. El material de apoyo fue tan raquítico y tan escaso en todos estos años que antes tuve que ponerme yo a elaborarlo y a mandárselo a todo el personal. Y todavía tienes el cinismo de implicar que los docentes son responsables de un material que nunca existió. Vergüenza te debería de dar, hacer esas implicaciones tan a la ligera y con ese espíritu vindicativo. Mejor di que nunca te preocupaste por conseguir material de apoyo.
No fue el material de apoyo, por supuesto, la única razón ni la principal que hizo de tu coordinación algo tan patético. Si tan solo hubiera sido eso. En realidad, motivos no faltan, y son bastante obvios. Si tu propuesta cocurricular no pasó fue porque estaba impregnada por ese espíritu centralista, autoritario, absolutista, y completamente alejado de la realidad que siempre ha caracterizado a tu coordinación. Tu coordinación era un espacio asfixiante, donde no solo no se escuchaba sino tampoco se toleraba a las opiniones divergentes, y muchos menos a las críticas; donde se castigaba la creatividad y la imaginación y donde intentar cosas nuevas y diferentes era anatema. Donde no había el menor interés por conocer las realidades y las problemáticas locales ni tampoco la menor curiosidad por conocer métodos de trabajo diferentes a los que tú nos imponías. Donde cada vez que se te intentaba hablar de problemáticas o de ideas para resolver esas problemáticas me encontré las primeras veces con un total desinterés e indiferencia, y más adelante, cuando seguí insistiendo, esa indiferencia se convirtió en una franca y completa oposición. Me pasé dos años luchando por esa libertad de cátedra, de la que tú ahora te manifiestas tan defensora, pero que te la tuve que arrancar prácticamente a la fuerza. Y durante todo ese tiempo hiciste todo lo que estuvo de tu parte para que se me eliminara de la escuela. Tengo toda una colección de oficios en que pides mi cabeza; el pretexto era lo de menos. Y cada uno de esos oficios, hasta el más reciente, de hace apenas un par de semanas, fue una respuesta a alguna opinión o crítica que yo te hacía, opiniones perfectamente válidas y críticas legítimas que tu no podías tolerar. La campaña en mi contra no se limitó sólo a oficios, sino que de viva voz en repetidas ocasiones insististe tanto en la dirección general como en la dirección de la sede Tenango que yo era un mal maestro o un mal elemento, y que se me debía eliminar.
Por cierto que algo de todo esto lo menciono también en el ensayo que tantas veces he mencionado. El capítulo 11 lo dedico exclusivamente a hablar sobre este conflicto. Es muy interesante, y lo deberías de leer de nuevo, con calma, porque sigue perfectamente vigente. Me voy a permitir citar un breve párrafo:
Y quizás también por eso la profesora se embarcó desde hace un par de años en otra cruzada, a título estrictamente personal, para eliminarme de la escuela. Supongo que me percibió como una amenaza al control que ejerce sobre el área. Aparentemente Rosana no tiene el menor escrúpulo para deshacerse de un buen maestro, que da sus clases con gusto y cuyos alumnos están a gusto con su clase, donde están aprendiendo cosas que les pueden ser útiles en la vida, por el simple hecho de que tiene ideas originales y creativas que ella es incapaz de comprender o tolerar, y por el hecho de que rechaza seguir los métodos que ella le impone a pesar que esos métodos ni a ella misma en su propia sede y con sus propios alumnos le funcionan.
Y quizás a eso se reduzca todo, al control que ejercías sobre el área, y que no podías permitir que alguien te lo cuestionara. Hasta la fecha todavía no puedes permitir que se cuestione. Tan aferrada sigues al poder que todavía ahora quieres decidir quien se ve a quedar en la coordinación en tu lugar.
Ya deja la coordinación en paz, Rosana. Ya lo que hiciste lo hiciste, y lo que no hiciste no lo hiciste. Tu momento en la coordinación ya pasó. Ahora déjala ser. La coordinación de inglés va a encontrar su camino, tú por eso no te preocupes. Vete con todos tus títulos en educación a dar lata a otro lado, te aseguro que nosotros vamos a sobrevivir sin ti.
Aunque en realidad el conflicto que hubo entre tú y yo fue mucho más profundo que eso. No era simplemente cuestión de control o de poder. De lo que se trató aquí fue de dos visiones radicalmente diferentes de entender la educación. Tu modelo, rígido, autoritario e inflexible, centralista, homogeneizante y altamente burocratizado, a pesar de todos los cambios cosméticos que últimamente le has estado dando, y basado en el control y la coerción, tanto hacia los maestros como hacia los alumnos, para que se conformen a la norma y no se salgan de los parámetros establecidos. Tu modelo es el modelo del sistema dominante. Es un fiel reflejo del sistema social, económico y político que lo genera y que ya está llegando al límite de sus posibilidades y se encuentra al borde de una profunda crisis. Mi modelo, orgánico, flexible, adaptable, integrador, basado en la tolerancia, el respeto y la cooperación, en la búsqueda conjunta de soluciones y no en la imposición, que prescinde de cualquier tipo de mecanismo de control porque los mecanismos de control no solo no son necesarios sino que son contraproducentes, y que fomenta activamente la diversidad y el intercambio de opiniones, porque es en la diversidad y en la tolerancia donde se da el fermento para la innovación y para la resolución creativa de los problemas existentes.
Era inevitable que hubiera un conflicto entre estas dos visiones tan radicalmente distintas. Nuestros modelos educativos no solo son completamente opuestos, sino que son incompatibles e irreconciliables. Son dos maneras de entender la educación.
Es mi modelo, sin embargo, el que produce los mejores resultados. Y eso es todo lo que he estado tratando de decirte durante mucho tiempo, que hay otras maneras de hacer las cosas y que esas otras maneras son perfectamente válidas, y el hecho de que haya diferentes opciones no es una limitación, es una ventaja. Qué diferente hubiera sido si en lugar de oponerte a mis métodos durante todo este tiempo, hubieras sentido curiosidad por conocerlos desde el principio. No te hubiera hecho ningún daño, y quizás hasta hubieras podido crecer como coordinadora, como docente y como persona.
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Para terminar, y esto ya no te lo digo solo a ti, quiero hacer algunos comentarios sobre lo que a mí me gustaría que una nueva coordinación de inglés sea o por lo menos tenga siempre presente.
A mí me gustaría que la Coordinación sea un espacio abierto y tolerante, donde un docente no tenga que ser sujeto a represalias por expresar sus opiniones, y donde no sea objeto de persecución o escarmiento por atreverse a intentar ideas nuevas y diferentes que se aparten de los parámetros establecidos. Un espacio donde se valore la diversidad de opiniones y de métodos de trabajo, y donde la creatividad y la imaginación en la enseñanza sean algo que se fomente y no que se reprima. Enseñar idiomas es un proceso complejo, y no hay un modelo ni un método único para lograrlo; los mejores métodos son los que mejor se adaptan a su contexto y a la idiosincrasia de sus alumnos; cada método tiene algo valioso, y de todos se puede aprender.
Me gustaría una Coordinación donde se le dé su debida importancia a la administración, pero que no se pierda en trámites burocráticos ni le dé más importancia a la administración que la que realmente tiene. Hay que tomar siempre en cuenta que es la administración la que está o debe de estar apoyando a la docencia. Es la docencia la que está frente a grupo, y la que conoce el contexto donde se da la clase, y la función de la administración es apoyar a la docencia, no someterla. Una coordinación puede ser un instrumento muy valioso cuando se utiliza como apoyo para que cada docente implemente las técnicas, estrategias y modelos educativos que considere más convenientes a su contexto y a su realidad, pero no cuando se convierte en un instrumento de control y de imposición. La Coordinación de Inglés es un instrumento de apoyo, no un instrumento de control.
Me gustaría una Coordinación que funcione como un equipo. Un equipo no consiste en una persona que está arriba y que decide por todos y en el que las personas que están abajo tienen que someterse a los lineamientos de la persona que está arriba. A eso se le puede llamar lo que uno quiera, pero no es un equipo. Un equipo es un conjunto donde todo mundo participa en el mismo nivel, donde se respeta la autonomía y la capacidad de decisión de cada integrante, y donde todo mundo aporta algo para el bien común. Eso es un equipo. Y para que un equipo funcione bien, se necesita de alguien que coordine el intercambio de ideas, opiniones, métodos de trabajo y material de apoyo, y que se preocupe por que todo lo que cada persona aporte se ponga a disposición de todos los demás. Esa es una de las principales funciones de una Coordinación. Una Coordinación tiene que coordinar. Una Coordinación que no coordina no es una verdadera Coordinación.
Y me gustaría finalmente una Coordinación que tenga una visión más humanista de lo que es la educación. Que comprenda que tanto los alumnos como los maestros somos seres humanos, y somos adultos conscientes con criterio propio y capacidad de decisión. Los alumnos son adultos jóvenes que tienen plena voz en toda clase de asuntos relacionados con la educación que ellos reciben, hay que tomar en cuenta su opinión. Y tienen el derecho legítimo de interesarse o no en cada materia particular que se les imparte; es función del maestro hacer que los alumnos se interesen por su materia. Por lo mismo, los maestros deben tener un amplio margen de acción para poder aplicar todas las técnicas, estrategias y modelos que sean necesarios para despertar el interés de sus alumnos en su materia; modelos y métodos adaptados a su lugar y a su gente, es decir, a su contexto. El maestro debe tener un espacio amplio y suficiente para aplicar su criterio personal, es decir, debe poder ejercer con toda confidencia su libertad académica. El principal objetivo de la educación en una universidad es despertar el espíritu crítico de los alumnos y eso sólo se puede conseguir cuando los mismos docentes son capaces de ejercer ese espíritu crítico.
El mejor trabajo es el que se hace en equipo, y la mejor enseñanza y aprendizaje es la que se hace en colaboración. La educación basada en la imposición no puede ni nunca podrá obtener los mismos resultados que la educación basada en la cooperación. Colaboración entre el maestro y los alumnos, colaboración entre los docentes, y colaboración entre la coordinación y los docentes. La educación no es imposición. La educación ES colaboración.
Elaborado por David Cañedo Escárcega
julio 2010
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