martes, 29 de marzo de 2022

De crisis en crisis

 Por David Cañedo Escárcega

                                                                                        marzo de 2022

 

Sucede Ucrania, y de repente se nos olvidó Coronavirus. Durante los últimos dos años la pandemia nos mantuvo de lo más entretenidos, pero al parecer su función ya se cumplió y es hora de moverse a otras cosas mientras nos vamos ajustando a una nueva normal. Efectivamente, la normalidad ya cambió y es hora para covid-19 de pasar a un segundo plano. Se le declara endémico, o sea algo de lo que no hay que preocuparse mucho, como la influenza que cada año se lleva a algunos viejos y personas con comorbidades pero que entre los jóvenes no tiene mayor incidencia que la que puede tener un catarro común. Dejan de aparecer nuevas variantes, las campañas de vacunación masiva se desvanecen en el aire y se deja de hablar de un carnet de vacunación obligatorio con refuerzos cada seis meses. Por todos lados el semáforo se vuelve verde y la gente empieza de nuevo a respirar libremente sin bozal. La histeria de hace unos cuantos meses de la sana distancia y de aislar a los no vacunados como si fuera un apartheid se vuelve transparente de lo absurda que es, y se nos olvida.

Operación Coronavirus podemos decir que fue un éxito y cumplió varios objetivos. Por una parte sirvió de Gran Distractor para no tener que pensar demasiado en el sistema socioeconómico que se está cayendo en pedacitos todo a nuestro alrededor. Si supiéramos lo que está pasando probablemente en dos días se armaría la revolución y las élites que nos controlan prefieren que eso no suceda. Así que nos montan todo un show con los más altos niveles de producción, los mejores expertos y voces de autoridad, y el impresionante poder de los medios masivos de comunicación para fabricar su propia realidad, y nos la imponen, y nosotros nos dejamos envolver exactamente como si fuera un show y nosotros fuésemos parte de los extras, actuando roles que alguien escribió y sobre los que no tenemos injerencia. Y con todo esto nos mantenemos bien entretenidos.

La otra gran función de la operación fue probar las aguas: ver hasta que punto pueden salirse con la suya, controlar a la masa de la población e imponernos una agenda, y supongo que han de haber quedado más que satisfechos con los resultados. Fue inigualable como experimento de control masivo de población, como nunca se había realizado uno antes a esta escala. Esto es la verdadera globalización: un experimento a escala mundial que en algún futuro será analizado desde la sicología, siquiatría, sociología, antropología, patología, biología y muchos otros campos. El campo biológico quizás sea el de mayor consecuencia y de hecho no sabemos los efectos a largo plazo de esta nueva generación de vacunas genéticamente modificadas que fueron inyectadas en miles de millones de individuos, creando un impresionante caldo de cultivo para toda clase de efectos colaterales e indeseados. Como aprendices de brujo jugamos con fuerzas que nos quedaron demasiado grandes y con nuestra mentalidad de rebaño seguimos a cualquier líder al matadero.

¿Cómo pueden tener tanto control sobre la gente? Ni siquiera necesitamos soma, con la tecnología nos tienen completamente hipnotizados. Embobados en nuestras pantallas nos abandonamos en un mundo virtual y perdimos contacto con la realidad, y con cualquier cuento nos engatusan.

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Pero la Realidad termina siempre por imponerse y el sistema socioeconómico realmente se está cayendo en pedacitos. El viejo orden mundial se ha vuelto inestable y las crisis se suceden sin dar respiro. La guerra entre Estados Unidos y Rusia ha entrado en una fase caliente que se manifiesta en la presente batalla por Ucrania, pero lleva veinte años de estarse peleando por otros medios. Estados Unidos simplemente no puede asumir que el mundo ya cambió y que hay otras naciones y centros de poder que no están dispuestos a seguir siendo tratados como comparsas en un orden-basado-en-reglas que ellos no escogieron ni de las que se les preguntó su opinión. Estados Unidos se cree la nación excepcional e indispensable que puede imponer reglas que ellos mismos no cumplen, pero hay un creciente número de países que ya no están muy de acuerdo con el papel que se les asignó.

El mundo inevitablemente será multipolar, pero el imperio americano no lo puede aceptar, y su salida del escenario no será nada graciosa. Estamos hablando de que el imperio es gobernado por unos sicópatas armados hasta los dientes y con el destino manifiesto de gobernar el planeta, obsesionados con el poder y la acumulación de riquezas. Si tu fortuna personal es de un billón de dólares al parecer eso no es suficiente y necesitas más, y el capital necesita reproducirse, no es así, y en un mundo finito hay que ir a buscar nuevas fronteras. La nueva frontera en este momento es Rusia y el ataque ha sido frontal. Se la ha rodeado de misiles nucleares a diez minutos de vuelo de Moscú y se la está tratando de estrangular económicamente. La idea es acabar con Nordstrom2 y que el comercio de gas que hay entre Rusia y Europa sea reemplazado por los gringos. Todo tiene que ver con las rutas del petróleo, el recurso más estratégicamente importante del planeta y que ya está comenzando a escasear. A Rusia hay que ponerlo en su lugar antes de que se crezca más, y se le provoca una guerra proxy en Ucrania para darle un nuevo Afganistán. Hace 60 años casi se arma la gorda cuando la Unión Soviética puso misiles nucleares en Cuba, y ¿qué pensaban, que ahora Rusia se iba a cruzar de brazos cuando le ponen misiles a su puerta? Uno quisiera que el mismo mitote que le están haciendo ahora a Rusia por invadir a Ucrania se lo hubieran hecho a Estados Unidos cada vez que se fue a invadir Irak, Afganistán, Somalia, Libia, Panamá, Corea, Vietnam y otros lados donde ha dejado millones de muertos detrás.

Más allá está China. Después de Rusia van por China, y ellos saben que hay una ventana de oportunidad de unos cuantos años en que todavía la pueden someter militarmente antes de que se haga demasiado poderosa. Ya le tienen su crisis preparada en Taiwán y China lo sabe. Estados Unidos está flirteando con una guerra nuclear, tanto en Rusia como en China, y están convencidos de que la pueden ganar y que quizás, quizás, valga la pena intentarlo. Total, ¿qué son dos o tres mil millones de muertos mientras ellos estén bien seguros en sus bunkers?

Así de enfermas están estas personas. El poder los cegó por completo y en su delirio se creyeron dioses.

También está el hecho de que la economía mundial está al borde del colapso. Estados Unidos tiene una deuda externa de 30 billones de dólares (30 x 1012) aumentando un billón al año que no pueden ni tienen las menores intenciones de pagar. Los gringos ya se acostumbraron a vivir más allá de sus medios y es el resto del planeta el que tiene que aguantar su peso. Esto sólo lo consiguen mientras el dólar se mantenga como moneda de reserva internacional, que es como un impuesto que Estados Unidos le cobra al mundo con cada transacción y le permite endeudarse todo lo que quiera. El problema es que al dólar lo empezaron a utilizar como arma y se pusieron a estampar sanciones por doquiera, y eso en lugar de afianzar a su moneda hace que la gente le pierda la confianza. Ya son muchos los países que quieren escapar de la tiranía del dólar y buscan construir una arquitectura alternativa a SWIFT, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y otros organismos de monopolio financiero.

El dólar ya perdió su hechizo y ellos mismos se encargaron de que así fuera; en cualquier caso es el sistema económico mismo el que se está tambaleando. Capitalismus creció todo lo que pudo y todavía más, y ya no cabe en el planeta. Los recursos que nos proporciona Gaia ya no nos alcanzan. Lástima que no tengamos otros dos o tres planetas a la mano.

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Es de todo esto de lo que nos mantienen bien distraídos con crisis manufacturadas como Coronavirus y Ucrania. Lo que sea con tal de no ver la realidad. Mientras tanto, los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad no se atienden y han entrado a fase irreversible. Cambio climático, pérdida de biodiversidad, contaminación, deforestación, degradación de ecosistemas, escasez de recursos críticos, un sistema financiero que es un esquema Ponzi basado en trillones de dólares de deuda impagable, diferencias abismales en la repartición de la riqueza, mil millones de personas que sufren de hambre e inseguridad alimentaria,..., son todos problemas que se dejaron crecer porque era lo más fácil. Lo queríamos todo, y nunca entendimos que había límites.

Todos esos problemas son globales y no tienen fronteras, y a estas alturas la única manera de suavizar el trancazo es que la humanidad en conjunto nos demos cuenta que de lo que se trata es de nuestra supervivencia como especie. Todas nuestras rencillas y conflictos, guerras, genocidios y luchas de poder, delirios de grandeza y los abismos de depravación y miseria a los que hemos ascendido o descendido, son de la menor consecuencia en el gran orden de las cosas, si con todo eso lo único que conseguimos es provocar nuestra propia extinción.

No queremos un invierno nuclear ni un planeta sobrecalentado y seriamente disminuido, pero ¿habrá manera de que esto lo entendamos a tiempo y podamos evitarlo?

lunes, 28 de marzo de 2022

El cañonazo de salva

Por David Cañedo Escárcega

                                                                                        febrero de 2022

 

Ya vamos en el tercer refuerzo y al parecer se pretende normalizar la aplicación de una vacuna cada año o cada seis meses, por aquello de las nuevas variantes que siguen surgiendo a todo lo largo del espectro y del alfabeto griego. De lo que se trata es de estar "protegidos", ¿no es así?

En realidad, las vacunas no son garantía de nada. Los países con más alto índice de vacunación, como Islandia, Singapur, Israel o Gibraltar, tienen a covid rampante y no lo pueden controlar; en cambio en África subsahariana donde muy poca gente se ha vacunado aparentemente tienen a covid bajo control. Gente que se ha vacunado 2, 3 o 4 veces no tienen inmunidad y se pueden enfermar tan fácil como cualquiera, así como convertirse en focos de infección.

Entonces, ¿de que sirven esas vacunas? En el mejor de los casos, y siendo muy generosos, podríamos decir que son completamente inútiles e ineficaces, al no ser capaces de cumplir lo que es la función básica de toda vacuna: generar inmunidad del organismo frente a determinada enfermedad, estimulándolo a producir anticuerpos que lo protegen de futuras infecciones.

La realidad sin embargo es bastante más compleja. Dejemos lo inútiles o ineficaces, el verdadero problema es que no son seguras. Las vacunas mRNA son experimentales y fueron producidas y aprobadas con carácter de emergencia sin que se hicieran pruebas adecuadas y saltándose los más elementales controles y protocolos de seguridad para ver sus efectos a mediano o largo plazo. Así como están las cosas, los efectos a corto plazo han sido devastadores, con cientos de miles de casos adversos que incluyen parálisis total o parcial, sordera, mialgia, anaphilaxis, y muchos otros efectos secundarios. Asimismo, ha habido decenas de miles de muertes involucradas, según datos oficiales de la OMS y de la CDC. Al parecer, estas vacunas favorecen la creación de coágulos en la sangre provocando y exasperando condiciones de miocarditis, pericarditis y/o trombosis coronaria, incluso entre personas que no contaban con historial previo de padecer esas condiciones, y lo menos que puede decirse de ellas es que su uso ha sido prematuro y su continua aplicación injustificada.

Esas cifras de decenas o cientos de miles no son números abstractos sino que cada una de ellas constituye una tragedia personal, entre las que se encuentra gente que conozco, habitantes del pueblo donde vivo e incluyendo a personal del plantel donde doy mis clases.

Siendo que entre los jóvenes menores de 20 o 30 años el índice de fatalidad de covid 19 es extremadamente bajo (0.003 % o 3 de cada 100,000 casos infectados, lo que lo hace comparable a la influenza común) es de hecho más probable para ellos el sufrir efectos adversos por la vacuna que por el virus. Un caso claro de que el remedio resultó peor que la enfermedad.

La epidemiología elemental, antes de que fuera secuestrada por intereses políticos y económicos del más alto nivel, nos dice que para conseguir inmunidad de masa un porcentaje sustancial de la población tiene que haber pasado por la enfermedad y salido del otro lado, creando un escudo natural. Es absurdo que se pretenda inocular a niños y jóvenes para los que covid-19 no es más grave que un catarro algo intenso, con una concocción que a corto plazo los puede dejar tiesos y a largo plazo puede acabar con su sistema autoinmune, cuando en realidad son ellos, los jóvenes que se enferman y la libran (99.997 %), los que crean la masa crítica para la inmunidad de grupo.

Independientemente de la posición que tengamos con respecto a esta cuestión, lo cierto es que la presente crisis ha sido y está siendo utilizada, manipulada, exagerada y dirigida para avanzar agendas específicas. Ni siquiera nos dimos cuenta y de repente nos despertamos en un estado policíaco, una distopia fascistoide con el Estado en absoluto control de nuestras vidas, conociéndonos mejor de lo que nosotros mismos lo hacemos, en un mundo cada vez más polarizado entre los que sí y los que no, los haves y los have-nots, los unos y los ceros de la tecnocracia digital. Ya nos demostraron el poder total que tienen sobre la narrativa; crean su propia realidad y nos la imponen a todo el resto, haciéndonos creer lo que se les antoja. Como cuando Orson Welles dramatizó La Guerra de los Mundos en la radio en los años cuarenta y hubo escenas de histeria colectiva porque la gente estaba convencida de que nos habían invadido los marcianos. Pues así también estamos.

Algo me dice que esto apenas está comenzando. Operación Coronavirus fue el cañonazo de salva para anunciarnos que la era de la inocencia había terminado, y corrió de acuerdo a lo planeado, sin mayores contratiempos. Ese poder absoluto de establecer el discurso no se puede quedar sin utilizar. Les gustó y se engolosinaron, y ya están preparando la siguiente etapa del proceso hacia la nueva normal.